La Maqueta de la Basílica es una obra de dos metros de altura y más de 200 Kg. de madera, lo que no hace sencillo su traslado a las distintas sedes y exposiciones en las que ha participado a lo largo de los años.
Consciente de esta necesidad, Jerónimo construyó la Maqueta no solo desde una perspectiva arquitectónica o artística. Aplicando un punto de vista más de ingeniero que de artesano, ideó y puso en marcha una solución sorprendente: dividir la estructura de la Maqueta, desde su origen, en cinco grandes bloques que puediesen ser ensamblados y desensamblados sin dañar sus delicados elementos.
Y, más sorprendente aún: la base sobre la que se apoya la Maqueta está formada, en realidad, por cinco cajones de seguridad donde cada bloque va fijado y protegido de los movimientos y golpes propios de los traslados.
La Torre Central -una vez retirada la imagen de Santa Teresa- se guarda en un gran cofre vertical cerrado con tornillos. Otras piezas más pequeñas, como las 4 torres laterales, comparten espacio con el resto de bloques.
Además de los viajes, se realiza un desmontaje periódico de la Maqueta por motivos de mantenimiento.
La lucha contra la carcoma es continua -se trata de madera natural, sin barnizar-. Recientemente se ha sustituido la vieja instalación eléctrica por una iluminación basada en Led, que mejorará su conservación.
Primero Jerónimo, y después su familia, han repetido en diversas ocasiones este ritual, siguiendo el orden establecido para el montaje, desmontaje o sujección de las piezas.
Una vez más, Jerónimo no dejó nada al azar y estableció este complejo protocolo "para la posteridad".
Proceso de desmontaje de la Maqueta tras la exposición "Las Edades del Hombre. Teresa de Jesús: maestra de oración". 2 de enero de 2016